miércoles, 1 de abril de 2009

Las adicciones

Drogas legales, drogas ilegales
Elizabeth Buitrón Romero
Las drogas, tanto las ilegales como las legales, plantean una gran diversidad de interrogantes. No se trata solo de un problema que tenga relación con el sistema jurídico, incluye también al sector salud y al educativo.
La edad en la que se inician los jóvenes en el uso y abuso de las drogas se ha recorrido peligrosamente tocando sectores de la población que hasta hace pocos años eran ajenos al uso y abuso de drogas.
México es un territorio de transito y tráfico, parte de la droga que no llega a Estados Unidos se distribuye en los estados por donde esta viaja.
Paralela a esta situación vivimos una pérdida de las perspectivas éticas, una manifestación de esto se ve reflejada en la asociación de algunas autoridades con el narcotráfico. Este no es el único lugar en donde esta declinación tiene efectos; otros lugares han sido afectados por la crisis que afecta a la sociedad: la familia no está exenta, tampoco la escuela.
Efectos de la ingesta de drogas
Uno de los efectos, una vez que la droga entra al organismo, es inhibir las barreras que contenían al sujeto, su ingesta provoca el desbordamiento, pérdida del control sobre las acciones ambos factores convierten al sujeto en terreno fértil para las trasgresiones. Muchos de los delitos y crímenes se efectúan bajo los efectos de una o varias drogas.
Generalmente, cuando estas noticias se dan a conocer, evocan imágenes predeterminadas: familias desintegradas, padres ausentes, historias de repetidos fracasos escolares y/o golpizas propinadas por sus cuidadores. A esto podemos agregar lo que se dice: la falta de capacidad para desempeñarse en la escuela, la falta de éxito social y económico suelen estar presentes en estas explicaciones, creando el mito de una imagen predeterminada de quien padece una adicción.
Esto puede llevar a aguien a suponer que, cuando se topa con un niño que incluye uno o varios de los rasgos que “predeterminan” la adicción se corre el riesgo de tratarlo como potencialmente peligroso fijándolo al destino que se le augura.
El discurso del “peligro social” es también un discurso del miedo cuya función sería detectarlo y oponerse a él. Miedo que puede ser la base de los prejuicios que condiciona el trato de excusión que reciben algunos jóvenes.
Una objeción que encuentro a este tipo de explicaciones circulares es el hecho de que no siempre donde hay familias desintegradas hay adicción en algunos de sus miembros y además suele haber familias nucleares e integradas donde más de uno presenta adicción a drogas consideradas como legales: uso de tranquilizantes, pastillitas para dormir, otras más para controlar el apetito, esteroides para una escultural figura y uno que otro afrodisiaco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario