lunes, 30 de noviembre de 2009

Documental - Jacques Lacan Psicologia


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Documental - Jacques Lacan reinventar el psicoanalisis

domingo, 24 de mayo de 2009

Una reacción social a la intrusión de las drogas en la vida

Por Elizabeth Buitrón Romero.


En la sociedad actual tal parece que una gran parte de la población tiene alguna relación con las drogas, unos como consumidores de este objeto otros su intrución en la vida cotidiana es casi impuesto por la "moda": camisetas, cintos, carteras por ejemplo con hojas de marihuana bordadas o pintadas se exhiben a la mirada propia y ajena; música que a través de los narco corrido, noticieros que inundan sus espacios contando los detalles de todo aquello que se relaciones con el narcotráfico y la lucha en contra de este.
La familiaridad con que la gente habla de los principales capos muestran el grado de convivencia social y cultural con noticas y rumores hacerca de situaciones que son problemáticas al interior de la sociedad que habitamos y nos habita.


Junto a esto hay que señalar que las campañas preventivas no logran aminorar el consumo de drogas. Como constatación está el hecho de que se ha recorrido la edad de inicio y además el número de consumidores, lamentablemente, va en aumento.

Recordemos que los adolescentes se constituyen, como rasgo característico, en la contradicción; además el sentimiento de omnipotencia aún está presente en esta edad que, puede vivirse o no en forma crítica.

Del universo de la población, son los adolescentes los que integran el grueso de los consumidores. La vulnerabilidad de este grupo tal vez este en relación con uno de los rasgos característicos de este estadio de la vida: los adolescentes se constituyen en la contradicción; además el sentimiento de omnipotencia está acompañado por la fantasía que excluye al sujeto de los efectos dañinos, “a los otros les fue mal, pero a mí no me puede pasar eso porque soy más alivianado”. En ocasiones el sujeto supone que él es el único a quien nada podría pasarle porque no es mas habil o mas listo que los demás.
Otro rasgo distintivo de quien es adolescente es el desafío. La fuerza que este genera impulsa, en algunos casos, no en todos, a realizar la experiencia de “probar a ver qué pasa” y objetar lo establecido.


La dificultad de aceptar las leyes y sostenerse en ellas se vuelve, poco a poco, en un rasgo no solo de los jóvenes.

Hoy día esta dificultad es, junto con la impunidad, un problema de carácter social. Desde un inicio los traficantes de estupefacientes encontraron la forma de coludirse con las autoridades. Burlar las leyes y hacer caso omiso junto al silencio de la sociedad hace posible la presencia de drogas en muchas ciudades y lugares que antes se consideraban seguros.


Una de las reacciones sociales a la intrusión de las drogas en la vida cotidiana es que la gente empieza a acostumbrarse, poco a poco, a convivir con el riesgo. No es la unica reaccion, ignorar lo que sucede es otra reacción frecuente a la intrusión de las drogas en la vida social y política.

La ignorancia puede dar tranquilidad pero no aleja al ignorante de los riesgos que la intrusión de las drogas y su tráfico generan en la vida cotidiana…

Esa forma de vida en que, la tranquilidad social y la seguridad era un rasgo de la vida en comunidad es ya algo que empieza a ser lejano.
El que consume drogas y quienes las trafican tiene una forma de vida que escogieron y son responsables de las consecuencias. Lo que parece que no es tomado en cuenta por la sociedad es que, imponen su estilo de vida a los otros.
Algumas noticias que conocemos a traves de los medios indican, por ejemplo, que algunos accidentes automovilisticos ocurrieron bajo los efectos de alguna droga. El conductor impone asi su locura a otros. Los efectos de la ingesta afectan no solo al conductor del auto, afectan a otros que la mala fortuna los reunió.
Las drogas y su tráfico producen consecuencias en la vida de cada quien.



domingo, 17 de mayo de 2009

Consideraciones sobre el objeto droga

Por Elizabeth Buitrón Romero
Psicoanalista.

Una consecuencia de la pérdida de perspectivas éticas en la sociedad actual es la formación y crecimiento de una “industria” dedicada a la producción de drogas. Su producción se dirige a un mercado que no hace diferencias en cuanto a edad, sexo, posición social o nivel educativo.
Las estadísticas muestran un aumento en varias direcciones:

v La población que consume drogas va en aumento año con año, este conjunto de la población está formada, en su mayoría, por jóvenes que oscilan entre los 13 y 19 años.
v El promedio de edad para iniciarse en el consumo se ha recorrido peligrosamente, alcanzando sectores de la población que hace años estaba ajeno a su uso.
v Estos datos hacen suponer que este problema en crecimiento, aún no alcanzado su máximo grado de desarrollo y por lo tanto está lejos de iniciar su decrecimiento.

Las drogas pueden ser definidas como toda sustancia, que puede ser medicinal o no, que se introduce en el organismo por vía oral, endovenosa, intramuscular, espiratoria, epidérmica y que actúa sobre el sistema nervioso central causando efectos físicos, emocionales, sensoriales o del intelecto. A cada droga le corresponde una o varias rutas de acceso al organismo.
Por su perfil de acción farmacológica, la droga, posee la capacidad de generar una adicción. Una vez introducida en el organismo pone en circulación los efectos que produce, la ausencia y la presencia del objeto anhelado. Cuando desparecen los efectos que la droga genera , el sujeto empieza a sufrir los estragos físicos y subjetivos, más adelante aparece la urgencia de calmar lo que la ausencia exige.
La idea de que la ingesta de drogas es ocasionada por la problemática social, de pobreza o emocional está bastante difundida. Los hechos muestran que esta idea es bastante pobre; el objeto droga no distingue posición social, edad, sexo, escolaridad. Un problema que visto por el costado social presenta múltiples aristas. Generalizar sobre esta problemática ayuda a tener un panorama amplio de lo que esta alrededor de las drogas, que son y cómo actúan en el organismo.
Cualquiera que sea la razón para ingerir alguna droga podemos aventurarnos a decir que la razón más general es la evasión: una puerta a un estado de sufrimiento aún más grande.
La persona es confrontada con un hecho paradójico: la adicción produce la sensación de estar atrapado, con el agravante que no es un problema el que se tiene, sino muchos más generados por la adicción.
Uno de los efectos ampliamente conocidos y de los que se hace caso omiso es el desarrollo de la tolerancia; crea la ilusión en el consumidor de tener el control sobre la droga cuando solo se trata de la disminución de los síntomas producidos por la intoxicación.
Este es uno de los momentos decisivos, un punto de salida o una puerta de entrada, donde muchos, creyendo tener el control, donde sólo hay tolerancia, empiezan a aumentar la dosis para producir los efectos de éxtasis, excitación o calma que la tolerancia desvanece.
La pérdida de control es inducida por la urgencia de la ingesta que se genera en el organismo y por la provocación subjetiva del recuerdo de los estados producidos. A este efecto se le conoce en el argot como craving, en el cual la intensidad y violencia del anhelo por conseguir los estados experimentados durante los “viajes” son irreprimibles. Esta urgencia vuelve vulnerable al individuo, consumiéndolo, mientras se engaña creyendo que el él quien consume. Cuando la voluntad ha sido arrebatada ya no es mas su voluntad, es la droga quien le demanda que vaya a su encuentro.
La droga es una compañera que se cobra muy caro los viajes que proporciona. La abstinencia produce un síndrome: ansiedad intensa, alucinaciones, dolorosos espasmos, fiebre, sofocones de calor y frío y, también se acrecienta la urgencia de una nueva dosis.
La salida es difícil pero es posible si se cuenta con los apoyos necesarios y la compañía durante el tiempo que dure la travesía. Ofrecer varios puntos de apoyo, en los que se pueda sostener mientras el objeto que se intenta abandonar lo reclama.
Salir de la adicción requiere una buena inversión de tiempo, un tiempo lógico que es distinto para cada uno, un tiempo subjetivo que permita al sujeto encontrar un objeto nuevo que organice su deseo y lo oriente hacia otros horizontes.
Los que sufren una adicción suelen llegar al consultorio del médico, del psicólogo, del psicoanalista o del psiquiatra, en momentos de crisis en los que todo está en juego. La crisis es un tiempo lógico en el que todo puede empeorar y al mismo tiempo es el momento crucial para que las cosas puedan virar hacia una oportunidad.
Un tiempo decisivo, en el que la persona apuesta todo lo que tiene al tratamiento, cualquiera que este sea, buscando algo que le permita sostener una esperanza.


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jueves, 14 de mayo de 2009

La asimilación social del uso de drogas legales

Por Elizabeth Buitrón Romero.
psicoanalista.

La aceptación en nuestra cultura por el uso de ciertas drogas para calmar las tensiones es una manifestación de su asimilación en la cultura. Se les llama drogas legales a las recetadas por un médico, algunas requieren registrar en la farmacia el nombre del médico, su cedula, el nombre del paciente. Otras solo requieren presentar la receta y algunas más se pueden conseguir sin receta alguna.

Hoy día es frecuente escuchar en la consulta psicoanalítica jóvenes que toman ya, o tienen la intención de hacerlo, una pastilla para calmar la tristeza que les produce un rompimiento amoroso, padres y maestros que solicitan medicamento para controlar la inquietud de sus hijos y alumnos, tranquilizantes para menguar el dolor que produce la muerte de un ser querido, gente que recurre a pastillas para dormir y en la mañana a otras para despertar.

Se recurre a la farmacia en busca de una solución rápida que ahogue el sufrimiento subjetivo y lo que sus síntomas dicen. Este sufrimiento se presenta para el sujeto con una causa indeterminada, no sabe por qué se siente mal ni que causa su malestar. El malestar indeterminado no admite tratamiento científico pues esto que lesiona no se encuentra localizado en ningún órgano.

La farmacología no puede aprehender el sentido de los síntomas, lo elude y lo silencia pero los síntomas permanecen habitando el cuerpo. Estos síntomas no obedecen a una enfermedad orgánica, son producto de afectos, muchas veces ignorados por el sujeto.
El sujeto sin darse cuenta, al pretender deshacerse de eso que le inquieta construye los cimientos para un problema nuevo: la dependencia química.

Depender de un producto químico es una necesidad de quien está afectado por una enfermedad orgánica. Depender, por un tiempo de Otro, es una característica constitutiva del ser humano que da la posibilidad de construir la salida mediante el uso de la palabra. Escucharse a sí mismo en compañía de un analista ofrece oportunidades que los fármacos no admiten.Hacer la experiencia de un análisis permite subjetivar el sufrimiento y construir soluciones posibles.

Las razones para recurrir a las drogas legales son muy variada, pero cada una de estas tienen en común un hecho: la gente no logra construir , a partir de su sufrimiento, una causa para hablar y en muchas ocasiones no encuentran quien soporte escuchar lo que tienen para contar. Esto les conduce al aislamiento… y el que ha quedado aislado esta solo con su dolor.

Ana O. bautizó a la terapia que efectuara con S. Freud cura por la palabra (1893), han pasado muchos años desde entonces, pero el dialogo analítico sigue siendo la vía para acceder a la comprensión de eso que nos inquieta y agobia.

El alivio inicia cuando se da el primer paso: llamar a un analista. Algunos se resisten a hacerlo argumentando que esto crea una dependencia con el analista, y efectivamente así es. Se trata de una dependencia que tiene fin, que se mantiene solo el tiempo que el sujeto requiere, un tiempo distinto para cada quien.
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miércoles, 1 de abril de 2009

Las adicciones

Drogas legales, drogas ilegales
Elizabeth Buitrón Romero
Las drogas, tanto las ilegales como las legales, plantean una gran diversidad de interrogantes. No se trata solo de un problema que tenga relación con el sistema jurídico, incluye también al sector salud y al educativo.
La edad en la que se inician los jóvenes en el uso y abuso de las drogas se ha recorrido peligrosamente tocando sectores de la población que hasta hace pocos años eran ajenos al uso y abuso de drogas.
México es un territorio de transito y tráfico, parte de la droga que no llega a Estados Unidos se distribuye en los estados por donde esta viaja.
Paralela a esta situación vivimos una pérdida de las perspectivas éticas, una manifestación de esto se ve reflejada en la asociación de algunas autoridades con el narcotráfico. Este no es el único lugar en donde esta declinación tiene efectos; otros lugares han sido afectados por la crisis que afecta a la sociedad: la familia no está exenta, tampoco la escuela.
Efectos de la ingesta de drogas
Uno de los efectos, una vez que la droga entra al organismo, es inhibir las barreras que contenían al sujeto, su ingesta provoca el desbordamiento, pérdida del control sobre las acciones ambos factores convierten al sujeto en terreno fértil para las trasgresiones. Muchos de los delitos y crímenes se efectúan bajo los efectos de una o varias drogas.
Generalmente, cuando estas noticias se dan a conocer, evocan imágenes predeterminadas: familias desintegradas, padres ausentes, historias de repetidos fracasos escolares y/o golpizas propinadas por sus cuidadores. A esto podemos agregar lo que se dice: la falta de capacidad para desempeñarse en la escuela, la falta de éxito social y económico suelen estar presentes en estas explicaciones, creando el mito de una imagen predeterminada de quien padece una adicción.
Esto puede llevar a aguien a suponer que, cuando se topa con un niño que incluye uno o varios de los rasgos que “predeterminan” la adicción se corre el riesgo de tratarlo como potencialmente peligroso fijándolo al destino que se le augura.
El discurso del “peligro social” es también un discurso del miedo cuya función sería detectarlo y oponerse a él. Miedo que puede ser la base de los prejuicios que condiciona el trato de excusión que reciben algunos jóvenes.
Una objeción que encuentro a este tipo de explicaciones circulares es el hecho de que no siempre donde hay familias desintegradas hay adicción en algunos de sus miembros y además suele haber familias nucleares e integradas donde más de uno presenta adicción a drogas consideradas como legales: uso de tranquilizantes, pastillitas para dormir, otras más para controlar el apetito, esteroides para una escultural figura y uno que otro afrodisiaco.