jueves, 14 de mayo de 2009

La asimilación social del uso de drogas legales

Por Elizabeth Buitrón Romero.
psicoanalista.

La aceptación en nuestra cultura por el uso de ciertas drogas para calmar las tensiones es una manifestación de su asimilación en la cultura. Se les llama drogas legales a las recetadas por un médico, algunas requieren registrar en la farmacia el nombre del médico, su cedula, el nombre del paciente. Otras solo requieren presentar la receta y algunas más se pueden conseguir sin receta alguna.

Hoy día es frecuente escuchar en la consulta psicoanalítica jóvenes que toman ya, o tienen la intención de hacerlo, una pastilla para calmar la tristeza que les produce un rompimiento amoroso, padres y maestros que solicitan medicamento para controlar la inquietud de sus hijos y alumnos, tranquilizantes para menguar el dolor que produce la muerte de un ser querido, gente que recurre a pastillas para dormir y en la mañana a otras para despertar.

Se recurre a la farmacia en busca de una solución rápida que ahogue el sufrimiento subjetivo y lo que sus síntomas dicen. Este sufrimiento se presenta para el sujeto con una causa indeterminada, no sabe por qué se siente mal ni que causa su malestar. El malestar indeterminado no admite tratamiento científico pues esto que lesiona no se encuentra localizado en ningún órgano.

La farmacología no puede aprehender el sentido de los síntomas, lo elude y lo silencia pero los síntomas permanecen habitando el cuerpo. Estos síntomas no obedecen a una enfermedad orgánica, son producto de afectos, muchas veces ignorados por el sujeto.
El sujeto sin darse cuenta, al pretender deshacerse de eso que le inquieta construye los cimientos para un problema nuevo: la dependencia química.

Depender de un producto químico es una necesidad de quien está afectado por una enfermedad orgánica. Depender, por un tiempo de Otro, es una característica constitutiva del ser humano que da la posibilidad de construir la salida mediante el uso de la palabra. Escucharse a sí mismo en compañía de un analista ofrece oportunidades que los fármacos no admiten.Hacer la experiencia de un análisis permite subjetivar el sufrimiento y construir soluciones posibles.

Las razones para recurrir a las drogas legales son muy variada, pero cada una de estas tienen en común un hecho: la gente no logra construir , a partir de su sufrimiento, una causa para hablar y en muchas ocasiones no encuentran quien soporte escuchar lo que tienen para contar. Esto les conduce al aislamiento… y el que ha quedado aislado esta solo con su dolor.

Ana O. bautizó a la terapia que efectuara con S. Freud cura por la palabra (1893), han pasado muchos años desde entonces, pero el dialogo analítico sigue siendo la vía para acceder a la comprensión de eso que nos inquieta y agobia.

El alivio inicia cuando se da el primer paso: llamar a un analista. Algunos se resisten a hacerlo argumentando que esto crea una dependencia con el analista, y efectivamente así es. Se trata de una dependencia que tiene fin, que se mantiene solo el tiempo que el sujeto requiere, un tiempo distinto para cada quien.
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